29 may 2015

Nuevos despertares del cine argentino




Nuevos despertares del cine argentino

Nota, producción y fotos: Daniela Pereyra, Gabriel Patrono, Daniela Caballero, José Ludovico, Giuliana Trucco, Noelia Soledad Gómez, Agustina Lasagni, Mr Miguelius.




Desde las distintas instancias de la realización cinematográfica, se celebra el presente del cine argentino. Pablo Conde, programador del festival de cine más importante del país, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata; Eduardo Pinto, director y realizador integral, y Ayar Blasco, desde el mundo de la animación, analizan y festejan la actualidad cinematográfica. Con trayectoria en el mundo audiovisual, los tres nombres comparten experiencias, caminos y porvenires de las historias en imágenes.

Tienen un presente alentador y continúan moviéndose, realizando. Cada uno es una referencia en lo suyo. ¿Qué cosas los motivaron para elegir este camino?
Pablo Conde: En estos últimos años estoy trabajando como programador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, pero vengo con el cine desde hace mucho tiempo. El objetivo de cada uno de los cineastas es transmitir algo, y mi lugar lo veo en ese espacio, que es el de escribir, recomendar o programar. Soy un recomendador nato. 

Eduardo Pinto: El cine tiene todas las artes juntas, la música, la literatura, la fotografía. Te saca de la realidad, todavía siento esa sensación cuando estoy frente a la pantalla para ver qué universo se va a construir y eso es increíble, la posibilidad de jugar a ser Dios. Construir un mundo siempre comunicando algo y relacionándote con el otro. Yo quería ser baterista de una banda y durante el primer ensayo me di cuenta que era malo. Entonces decidí expresarme en eso que me salía que era la imagen, la idea de filmar, ese era mi lugar y me transformé en un militante de la imagen y del cine. Mis referentes son tipos muy trabajadores. Me acuerdo de haber visto a Leonardo Favio ya grande, y seguía trabajando. Hay que poner la ilusión adelante e ir a buscarla.

Ayar Blasco: Mi participación en el cine se da porque desde muy chico quería transmitir ideas, lo que más me llamaba la atención era que en el cine podés juntar todas las artes y crear un mundo. Es muy completo.


¿Cuál fue el punto de inflexión? 
Pablo: Yo estudié cine en tres escuelas distintas. Coincidí en esa época de los noventa en que hubo una explosión de las escuelas y todos debíamos estudiar cine. El cine es contagioso, es potencia creativa. También me parece que hay algo en el glamour del cine que atrae más que otras expresiones artísticas. Al ser algo social, tiene un disparador piola el juntarse con personas que piensan igual que vos o comparten algunas de tus inquietudes para hacer cosas. El cine es aventurero.

Eduardo: Me acuerdo de estar en la secundaria, en cuarto año, y que un profesor nos habló de Blow-Up, la película de Michelangelo Antonioni. Fue muy fuerte. Por otro lado mi viejo tenía una cámara que la usaba de manera amateur y ese fue mi primer acercamiento.

Viendo que la historia de la cinematografía argentina tuvo momentos de esplendor y decadencia, ¿qué aportó esta generación y qué tiene de distinto?

Pablo: Ahora hay más producción y mayor facilidad, está todo al alcance de la mano y todo creció por una necesidad del público. Antes el acceso para exponer tu arte era más difícil, en el lado audiovisual había uno o dos festivales solamente. Ahora hay una necesidad de que se exhiba el cine de otra forma. Con Youtube y otras plataformas todo se magnifica, se puede llegar a más personas y no es necesario ni siquiera tener un proyector. Lo único que se necesita es mucha más publicidad. Cambió mucho la forma de hacer películas y de entender a los artistas. Hoy uno puede tener un trabajo y desarrollar un arte aparte y creo que cada vez nos censuramos menos, hay menos filtros.

Eduardo: Creo que algo que se destaca de esta generación es que siempre estamos con la fascinación del primer día, no nos detenemos, no somos los típicos creadores que admiramos cuando habíamos empezado, seguimos cercanos a la gente, algo que antes no pasaba, antes veías a los artistas como algo lejano. Somos una generación que late de otro modo.

Pablo: Hoy me llama la atención el cine que me corre de mi lugar, que me hace replantear la cuestión moral, ideológica. Como programador de un festival veo muchísimas cosas que como espectador no elegiría y ahí es donde me sorprendo. Esa es la mejor satisfacción y me pasa más seguido de lo que se supone, y de repente te pega algo que viste, te persigue por varios días. Esa pregnancia del cine es muy fuerte.

Eduardo: Creo que es más participativo. Cambiamos la manera de pensar el cine, en especial del rol del director, donde antes lo veíamos como un ser superior, intelectual e inalcanzable. Desacartonamos al cine, no somos más ese típico personaje. Le pusimos rock a la cosa, le dimos cultura pop, tenemos otras fuentes, se rompió esa estructura intocable del director. Empezamos a contar otras historias, otros personajes y de maneras distintas a las que se venían haciendo.

Pablo: Se desacralizó eso que contaba Eduardo. Ahora hay una horizontalidad en los equipos de trabajo. 

Ayar: Ahora, además, tenés más competencia y para imponer lo tuyo tenés que trabajar mucho. Hoy, el cine independiente tiene más fuerza y salieron a la luz voces que antes no se veían. Hay una proliferación de lo autoral.


El disfrute y la pasión por lo que hacen los coloca también en el otro “lado” de la imagen, ¿qué buscan en el cine como espectadores? 
Ayar: Cuando voy al cine tengo que divertirme, aprender y sorprenderme. Eso es lo que yo busqué siempre. Desde el punto de vista de creador estas características no pueden faltar. Y sigo sorprendiéndome muy seguido a pesar de ser cada vez más exigente. 

Pablo: Yo le exijo al material a ver que sea honesto, que no sea pretencioso, que no quiera agradar o encajar en ciertos espacios, que no esté pensado para impactar en algún lugar determinado.

Eduardo: Me gusta sumarme al viaje, busco conectarme con la película, bajar los pensamientos y que la marea me lleve a donde quiera, sin pensar tanto o maquinar estrategias. Creo que el nuevo cambio va a ser diferente. Nosotros somos posiblemente la última generación que se sienta exclusivamente a ver algo. Hoy vas al cine y ves que los chicos no pueden despegarse de sus celulares, y no es algo malo o bueno. Es diferente, los estímulos son distintos, el multitasking es otra forma de vivir la realidad. Se entiende el cine y el arte desde otro lado. 


¿Qué potencialidades ven en el cine argentino? 

Eduardo: La presencia del género en el cine argentino de los últimos años me parece algo muy bueno y es algo que ya no se discute. El género está presente, antes era todo muy contemplativo y era muy chato el cine que se producía acá. También noto que hay mucha presencia del resto del país, hoy es más federal, se cuentan historias que marcan otras miradas y con problemáticas que salen de las historias que afectan sólo a la ciudad de Buenos Aires. Cambió todo pero el lenguaje cinematográfico sigue funcionando. 

Ayar: Veo que está proliferando la comedia, por fuera de los lugares habituales. Eso me parece muy valioso, que apostemos a una diversidad.

Pablo: Hay muchas más propuestas. Al festival donde trabajo llegan cada vez más películas nacionales, el año pasado llegaron más de cien, que implican mucho esfuerzo humano. Hay proliferación de festivales, donde muchos se alimentan sólo de cine nacional, y por todo el país, donde se promueve un cine que no se vería de otra forma. Lo que buscamos es que más gente participe y más gente tenga acceso a estos nuevos lenguajes y voces. Y en general veo al cine como un disfrute.

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